martes, 23 de enero de 2018

Ogbe Yono - Ogbe Suru

En la tierra Abiti Nile vivían Orishekun, el hijo de Oggún; Orimelere, el hijo de Orun y Afuwakue, el hijo de Orunmila. Los tres eran grandes amigos y un día decidieron ir a casa de Olodumare a elegir sus respectivas cabezas y entonces determinaron ir juntos a la tierra y permanecer unidos en ella. Fueron a ver a Oduduwa que era el más viejo sabio de la tierra Abiti y éste les
dijo: “Para conseguir sus cabezas ustedes tienen que ir a casa de Ayala que es el que las construye con el ashé que le dio Olodumare. Ahora, ustedes, para llegar allá, tienen que guardar una prohibición. Cuando estén caminando hacia la casa de Ayala no pueden mirar para los lados, no pueden demorarse por el camino ni
desviarse del camino recto.” Oduduwa les preguntó: “¿Si por el camino ustedes oyen las voces de sus padres que los llaman, qué harán?” Ellos le contestaron: “Seguir recto el camino a casa de Ayala a conseguir nuestras cabezas y después que lo logremos iremos a ver a nuestros padres.” Ellos juraron delante Oduduwa
que así lo harían. Después que se prepararon, salieron al camino y cuando llegaron a la tierra Afabere GunGun Nibitogbi GunGun Kuele Abití, entraron cantando:
“Egun Awa Inle Babá Eyo Kintole Onafun Ayala Inle.”
El jefe de aquella tierra que machacaba ishu utilizando una aguja, les mostró el camino para llegar a la tierra de Ayala, pero les pidió ayuda para pilar el ñame y Afuwake, el hijo de Orunmila, cogió una aguja y estuvo tres días pilando ishu con
él. Al fin, ellos continuaron su camino y los acompañó un buen trecho Afebere GunGun Egun que era el jefe de aquella tierra de los Egun. Al cabo del tiempo, ellos se desviaron a la derecha y se encontraron con un portero y le preguntaron por la casa de Ayala y éste les mostró el camino pero no era el verdadero y después de mucho caminar, llegaron a un lugar cubierto de aromas y Orishekun,
el hijo de Ogún, reconoció que estaba en una tierra donde su padre era obá y poco después lo sintió como se movía cargando sus armas, arcos, flechas y lanzas y oyó como cantaba:
“Ogún Tomu Ofá Tomu Orun Ni Babá Ni Aun Kuele Ogún Niba Shishe Egun.” Y Orishekun les dijo a Afuwake y a Orilemere que él debía quedarse ayudando a su padre Ogún a preparar la guerra. Sus dos amigos les dijeron: “Según
Oduduwa, no debemos desviarnos del camino.” Orishekun les contestó: “Es verdad.” Entonces le dio de comer akukó a su padre Ogún y poco después los tres amigos continuaron su camino y llegaron a casa de Orunmila y oyeron queéste golpeaba el atepón con el irofá pues estaba haciendo ebbó y Afuwake les dijo: “Necesito ir a ver a mi padre.” Ellos no quisieron quedarse y regresaron a
donde estaba el portero que les había señalado el camino a la casa de Ayala. Cuando Orula vio a su hijo Afuwake le preguntó que qué cosa estaba haciendo. Él le contestó: “Voy con el hijo de Ogún y con el de Orun a casa de Ayala a conseguir una buena cabeza.” Orunmila cogió su okpuele y el dijo a su hijo: “Si cabeza buscas, acércate.” Y con el okpuele y los igbo le tocó la lerí diciendo: “Afikan Ago Lerí Omofa Loya Orí Odo.”
Le hizo osorde y le vio Ogbe Yono, donde Ifá le decía a Orunmila: “Uno de tus hijos va por el camino a un lugar en busca de una cabeza, pero tiene que hacer ebbó con todo lo que es el alimento de Ayala, epó, orí, efún, iyó, oñí, adié, etú, eyelé, akukó y opolopó owó.”
Orunmila le hizo el ebbó a su omó Afuwake y le dio de todo lo que llevaba el ebbó para que lo llevara con él. Después el hijo de Orunmila salió al camino para casa de Ayala.
Mientras tanto Orisheku el hijo de Ogún y Orilemere el hijo de Orun, llegaron adonde estaba el primer portero y le volvieron a preguntar por la casa de Ayala y éste le dijo que quedaba muy lejos. Ellos le contestaron: “No importa, iremos.”
Continuaron su camino y cuando llegaron a casa de Ayala éste no estaba y decidieron esperar. Como pasaban los días y Ayala no llegaba ellos salieron al pueblo a preguntar por él, pues lo necesitaban para que les diera las respectivas cabezas y las gentes les dijeron: “Esa es la misión de Ayala, muchas cabezas están disponibles.” Ellos decidieron no esperar más por Ayala y por sus propios
medios encontrarían sus cabezas y con ese propósito entraron en el ilé de Ayala. Orisheku escogió una cabeza que no había endurecido aún y Orilemere escogió una gran cabeza, no sabiendo que la misma estaba rota, los dos se pusieron sus flamantes cabezas y muy contentos se fueron a sus respectivas tierras. Sucedió
que cuando llovió fuerte ellos se mojaron y el agua, al golpear las cabezas, las ablandó y se deformaron quedando pequeñas y aplastadas y a causa de esto ellos empezaron a pasar mucho trabajo y decidieron ir a ver a Orunmila quien les vio este Ifá, Ogbe Yono, y les dijo: “Ustedes se precipitaron en su viaje y cogieron cabezas malas que no estaban terminadas y además no obedecieron a
Oduduwa que les indicó lo que tenían que hacer; ¿no sabían ustedes que Ogbe Yono es el Ifá de Ayala y que éste no puede salir bajo la lluvia y por eso él no regresó a su casa hasta que no escampó?” Y ustedes no lo esperaron y se tomaron la iniciativa y cogieron las cabezas sin saber si servían o no y después se las desbarató la lluvia. Ustedes tienen que utilizar los restos de sus respectivas
cabezas para reconstruir una buena y así prosperar. Ellos tuvieron que oborí eledá para restaurar sus cabezas.
Mientras tanto Afuwake, el hijo de Orunmila, llegaba a casa de Ayala y se encontró con el portero que no era otro que Elegbara y le preguntó por el camino de la casa de Ayala. Elegbara le contestó: “Tienes que esperar a que cocine mi sopa de kalalú.” Afuwake tuvo paciencia y lo ayudó a encender el fuego y notó
que Elegbara ponía cenizas dentro del kalalú y Afuwake le preguntó: “¿Por qué usted echa cenizas dentro del kalalú?” Elegbara le contesta: “Para que tenga sabor a algo y así se pueda comer.”
Afuwake cogió de todas las cosas que llevaba del ebbó y las echó dentro del kalalú, así como la lerí del ounko. Cuando estuvo cocinado, Elegbara lo probó y dijo: “¡Qué cosa más rica quedó esto! Dame más.” Afuwake le volvió a servir y le dio de la cabeza del ounko y le dijo: “Yo siempre que coma le daré a usted, pero ahora llévame a casa de Ayala.” Elegbara, que estaba muy contento, salió con el hijo de Orunmila para casa de Ayala y por el camino Elegbara cantaba:
“Awó Ashe Bere Aberé Lube Awó Odara Ayala Malona.”
Cuando llegaron a casa de Ayala sintieron un escándalo muy grande, donde Elegbara le dijo: “Esta es la casa de Ayala, él seguro que no está.” El que gritaba era el acreedor de Ayala. Elegbara le preguntó a Afuwake si tenía dinero y él le contestó afirmativamente. Elegbara le preguntó: “¿Quieres ayudar a Ayala? Paga sus deudas.” Y Afuwake fue a donde estaba el acreedor y pagó las deudas de
Ayala. Después que se fue el acreedor, Ayala se bajó del techo de su casa, todos se saludaron y Elegbara le dijo a Ayala: “Este es el hijo de Orunla que ha pagado tus deudas.” Ayala le preguntó a Afuwakue: “¿Y cómo yo puedo pagarte?” Afuwake le contestó: “Yo vengo de muy lejos en busca de la cabeza más perfecta que exista.” Ayala le contestó: “Está bien. Entre todos buscaremos la más perfecta,
pero antes tengo que comer.” Elegbara le dio de su lerí de ounko y del kalalú y al comenzar a comer Ayala le preguntó a Elegbara: “¿Qué tiene esto que está tan sabroso?” Elegbara le respondió: “Ese es el secreto del hijo de Orunmila.” Y mientras Ayala comía Afuwake cantaba:
“Epó Malero, Epó Malero, Ayalá Epó Malero Iyó Malero, Iyó Malero, Ayalá Iyó Malero Orí Malero, Orí Malero, Ayalá Orí Malero Efún Malero, Efún Malero, Ayalá Efún Malero...”
Donde Ayala se sintió fortificado y le dijo a Afuwake: “Vamos a mi templo.” Allí habían 101 cabezas y Ayala cogió su cetro de hierro, tomo una lerí y al darle con el cetro ésta se rompió en varios pedazos y así pasó con varias hasta que Ayala
cogió una que le llamó la atención. La tocó con su cetro y comprobó que estaba dura y perfecta; la cogió, le echó bogbo ashé modun-modun erí y se la entregó al
hijo de Orula, Afuwakue Awó se la fijó encima y regresó para su tierra. Aquella tierra era de madrigueras y siempre llovía y él salió bajo la lluvia cantando: “Eri Nikan Bi Moba Bimo Laye Umbo Odara Ogbe Yono Awó Odé Ayala”
Su cabeza, a pesar de la lluvia que caía, se mantenía intacta y comenzó a adivinar y a ganar mucho dinero y cuando llegó a su tierra ya era muy rico. Compró una buena casa y tuvo muchas obiní y omó. Y le dieron el nombre de Ogbe Yono Eri Sami Awó; “Ogbe Yono, el Awó de la cabeza bendecida.”
Orisheku y Orilemere al verlo dijeron: “¿Cómo es posible que si él trajo la cabeza al igual que nosotros de casa de Ayala, la de él sea buena y las de nosotros sean malas?” Afuwakue les respondió: “Por obedecer a Ifá. Además nuestras cabezas salieron del mismo lugar pero nuestros destinos no son idénticos.”
Y así pudo Ogbe Yono ser grande en la tierra.
Nota: Aquí nació el sazonar las cabezas de los sacrificios para dar de comer a Ayala, el Orisha de las cabezas.
Montaje de Ayala: Ayala es un camino de Obatalá y se representa por la lerí del animal del Osha, Orisha e Ifá, además por una varilla de hierro rematada por una pequeña cabeza de madera de atorí que va cargada con modun-modun erí Egun,
erú, obí kolá, osun, airá, lerí de eyá, modun-modun lerí de euré de Orunmila, lerí de ayanakun y afoshé de veintiuna raíces.
Además, en este Ifá nació que se toque la cabeza con el okpuele y los igbos para adivinar a una persona.
Este Ifá habla del camino recto a seguir para resolver los propósitos.
Es un Ifá de riqueza y de voluntad
En la tierra Abiti Nile vivían Orishekun, el hijo de Oggún; Orimelere, el hijo de Orun y Afuwakue, el hijo de Orunmila. Los tres eran grandes amigos y un día
decidieron ir a casa de Olodumare a elegir sus respectivas cabezas y entonces determinaron ir juntos a la tierra y permanecer unidos en ella. Fueron a ver a Oduduwa que era el más viejo sabio de la tierra Abiti y éste les
dijo: “Para conseguir sus cabezas ustedes tienen que ir a casa de Ayala que es el que las construye con el ashé que le dio Olodumare. Ahora, ustedes, para llegar
allá, tienen que guardar una prohibición. Cuando estén caminando hacia la casa
de Ayala no pueden mirar para los lados, no pueden demorarse por el camino ni
desviarse del camino recto.” Oduduwa les preguntó: “¿Si por el camino ustedes
oyen las voces de sus padres que los llaman, qué harán?” Ellos le contestaron:
“Seguir recto el camino a casa de Ayala a conseguir nuestras cabezas y después
que lo logremos iremos a ver a nuestros padres.” Ellos juraron delante Oduduwa
que así lo harían.
Después que se prepararon, salieron al camino y cuando llegaron a la tierra
Afabere GunGun Nibitogbi GunGun Kuele Abití, entraron cantando:
“Egun Awa Inle Babá Eyo Kintole Onafun Ayala Inle.”
El jefe de aquella tierra que machacaba ishu utilizando una aguja, les mostró el
camino para llegar a la tierra de Ayala, pero les pidió ayuda para pilar el ñame y
Afuwake, el hijo de Orunmila, cogió una aguja y estuvo tres días pilando ishu con
él. Al fin, ellos continuaron su camino y los acompañó un buen trecho Afebere
GunGun Egun que era el jefe de aquella tierra de los Egun. Al cabo del tiempo,
ellos se desviaron a la derecha y se encontraron con un portero y le preguntaron
por la casa de Ayala y éste les mostró el camino pero no era el verdadero y
después de mucho caminar, llegaron a un lugar cubierto de aromas y Orishekun,
el hijo de Ogún, reconoció que estaba en una tierra donde su padre era obá y
poco después lo sintió como se movía cargando sus armas, arcos, flechas y
lanzas y oyó como cantaba:
“Ogún Tomu Ofá Tomu Orun Ni Babá Ni Aun Kuele Ogún Niba Shishe Egun.”
Y Orishekun les dijo a Afuwake y a Orilemere que él debía quedarse ayudando a
su padre Ogún a preparar la guerra. Sus dos amigos les dijeron: “Según
Oduduwa, no debemos desviarnos del camino.” Orishekun les contestó: “Es
verdad.” Entonces le dio de comer akukó a su padre Ogún y poco después los
tres amigos continuaron su camino y llegaron a casa de Orunmila y oyeron que
éste golpeaba el atepón con el irofá pues estaba haciendo ebbó y Afuwake les
dijo: “Necesito ir a ver a mi padre.” Ellos no quisieron quedarse y regresaron a
donde estaba el portero que les había señalado el camino a la casa de Ayala.
Cuando Orula vio a su hijo Afuwake le preguntó que qué cosa estaba haciendo. Él
le contestó: “Voy con el hijo de Ogún y con el de Orun a casa de Ayala a
conseguir una buena cabeza.” Orunmila cogió su okpuele y el dijo a su hijo: “Si
cabeza buscas, acércate.” Y con el okpuele y los igbo le tocó la lerí diciendo:
“Afikan Ago Lerí Omofa Loya Orí Odo.”
Le hizo osorde y le vio Ogbe Yono, donde Ifá le decía a Orunmila: “Uno de tus
hijos va por el camino a un lugar en busca de una cabeza, pero tiene que hacer
ebbó con todo lo que es el alimento de Ayala, epó, orí, efún, iyó, oñí, adié, etú,
eyelé, akukó y opolopó owó.”
Orunmila le hizo el ebbó a su omó Afuwake y le dio de todo lo que llevaba el ebbó
para que lo llevara con él. Después el hijo de Orunmila salió al camino para casa
de Ayala.
Mientras tanto Orisheku el hijo de Ogún y Orilemere el hijo de Orun, llegaron
adonde estaba el primer portero y le volvieron a preguntar por la casa de Ayala y
éste le dijo que quedaba muy lejos. Ellos le contestaron: “No importa, iremos.”
Continuaron su camino y cuando llegaron a casa de Ayala éste no estaba y
decidieron esperar. Como pasaban los días y Ayala no llegaba ellos salieron al
pueblo a preguntar por él, pues lo necesitaban para que les diera las respectivas
cabezas y las gentes les dijeron: “Esa es la misión de Ayala, muchas cabezas
están disponibles.” Ellos decidieron no esperar más por Ayala y por sus propios
medios encontrarían sus cabezas y con ese propósito entraron en el ilé de Ayala.
Orisheku escogió una cabeza que no había endurecido aún y Orilemere escogió
una gran cabeza, no sabiendo que la misma estaba rota, los dos se pusieron sus
flamantes cabezas y muy contentos se fueron a sus respectivas tierras. Sucedió
que cuando llovió fuerte ellos se mojaron y el agua, al golpear las cabezas, las
ablandó y se deformaron quedando pequeñas y aplastadas y a causa de esto
ellos empezaron a pasar mucho trabajo y decidieron ir a ver a Orunmila quien les
vio este Ifá, Ogbe Yono, y les dijo: “Ustedes se precipitaron en su viaje y
cogieron cabezas malas que no estaban terminadas y además no obedecieron a
Oduduwa que les indicó lo que tenían que hacer; ¿no sabían ustedes que Ogbe
Yono es el Ifá de Ayala y que éste no puede salir bajo la lluvia y por eso él no
regresó a su casa hasta que no escampó?” Y ustedes no lo esperaron y se
tomaron la iniciativa y cogieron las cabezas sin saber si servían o no y después se
las desbarató la lluvia. Ustedes tienen que utilizar los restos de sus respectivas
cabezas para reconstruir una buena y así prosperar. Ellos tuvieron que oborí
eledá para restaurar sus cabezas.
Mientras tanto Afuwake, el hijo de Orunmila, llegaba a casa de Ayala y se
encontró con el portero que no era otro que Elegbara y le preguntó por el camino
de la casa de Ayala. Elegbara le contestó: “Tienes que esperar a que cocine mi
sopa de kalalú.” Afuwake tuvo paciencia y lo ayudó a encender el fuego y notó
que Elegbara ponía cenizas dentro del kalalú y Afuwake le preguntó: “¿Por qué
usted echa cenizas dentro del kalalú?” Elegbara le contesta: “Para que tenga
sabor a algo y así se pueda comer.”
Afuwake cogió de todas las cosas que llevaba del ebbó y las echó dentro del
kalalú, así como la lerí del ounko. Cuando estuvo cocinado, Elegbara lo probó y
dijo: “¡Qué cosa más rica quedó esto! Dame más.” Afuwake le volvió a servir y le
dio de la cabeza del ounko y le dijo: “Yo siempre que coma le daré a usted, pero
ahora llévame a casa de Ayala.” Elegbara, que estaba muy contento, salió con el
hijo de Orunmila para casa de Ayala y por el camino Elegbara cantaba:
“Awó Ashe Bere Aberé Lube Awó Odara Ayala Malona.”
Cuando llegaron a casa de Ayala sintieron un escándalo muy grande, donde
Elegbara le dijo: “Esta es la casa de Ayala, él seguro que no está.” El que gritaba
era el acreedor de Ayala. Elegbara le preguntó a Afuwake si tenía dinero y él le
contestó afirmativamente. Elegbara le preguntó: “¿Quieres ayudar a Ayala? Paga
sus deudas.” Y Afuwake fue a donde estaba el acreedor y pagó las deudas de
Ayala.
Después que se fue el acreedor, Ayala se bajó del techo de su casa, todos se
saludaron y Elegbara le dijo a Ayala: “Este es el hijo de Orunla que ha pagado tus
deudas.” Ayala le preguntó a Afuwakue: “¿Y cómo yo puedo pagarte?” Afuwake le
contestó: “Yo vengo de muy lejos en busca de la cabeza más perfecta que
exista.” Ayala le contestó: “Está bien. Entre todos buscaremos la más perfecta,
pero antes tengo que comer.” Elegbara le dio de su lerí de ounko y del kalalú y al
comenzar a comer Ayala le preguntó a Elegbara: “¿Qué tiene esto que está tan
sabroso?” Elegbara le respondió: “Ese es el secreto del hijo de Orunmila.” Y
mientras Ayala comía Afuwake cantaba:
“Epó Malero, Epó Malero, Ayalá Epó Malero Iyó Malero, Iyó Malero, Ayalá Iyó
Malero Orí Malero, Orí Malero, Ayalá Orí Malero Efún Malero, Efún Malero, Ayalá
Efún Malero...”
Donde Ayala se sintió fortificado y le dijo a Afuwake: “Vamos a mi templo.” Allí
habían 101 cabezas y Ayala cogió su cetro de hierro, tomo una lerí y al darle con
el cetro ésta se rompió en varios pedazos y así pasó con varias hasta que Ayala
cogió una que le llamó la atención. La tocó con su cetro y comprobó que estaba
dura y perfecta; la cogió, le echó bogbo ashé modun-modun erí y se la entregó al
hijo de Orula, Afuwakue Awó se la fijó encima y regresó para su tierra. Aquella
tierra era de madrigueras y siempre llovía y él salió bajo la lluvia cantando:
“Eri Nikan Bi Moba Bimo Laye Umbo Odara Ogbe Yono Awó Odé Ayala”
Su cabeza, a pesar de la lluvia que caía, se mantenía intacta y comenzó a
adivinar y a ganar mucho dinero y cuando llegó a su tierra ya era muy rico.
Compró una buena casa y tuvo muchas obiní y omó. Y le dieron el nombre de
Ogbe Yono Eri Sami Awó; “Ogbe Yono, el Awó de la cabeza bendecida.”
Orisheku y Orilemere al verlo dijeron: “¿Cómo es posible que si él trajo la cabeza
al igual que nosotros de casa de Ayala, la de él sea buena y las de nosotros sean
malas?” Afuwakue les respondió: “Por obedecer a Ifá. Además nuestras cabezas
salieron del mismo lugar pero nuestros destinos no son idénticos.”
Y así pudo Ogbe Yono ser grande en la tierra.
Nota: Aquí nació el sazonar las cabezas de los sacrificios para dar de comer a
Ayala, el Orisha de las cabezas.
Montaje de Ayala: Ayala es un camino de Obatalá y se representa por la lerí del
animal del Osha, Orisha e Ifá, además por una varilla de hierro rematada por una
pequeña cabeza de madera de atorí que va cargada con modun-modun erí Egun,
erú, obí kolá, osun, airá, lerí de eyá, modun-modun lerí de euré de Orunmila, lerí
de ayanakun y afoshé de veintiuna raíces.
Además, en este Ifá nació que se toque la cabeza con el okpuele y los igbos para
adivinar a una persona.
Este Ifá habla del camino recto a seguir para resolver los propósitos.
Es un Ifá de riqueza y de voluntad